jueves, 8 de abril de 2010

Érase una vez...

Érase una vez, una becaria que, de la noche al día, pasó a ser ministra de un reino...

Así podría empezar el cuento de Bibiana Aído. A esta muchacha le han dado muchos vuelos desde Moncloa. Si no, no se podría entender la cantidad de barbaridades que comete y que no se le haya llamado al orden. Quizás, al gobierno le interese que se hable de cada patochada que hace esta señora en lugar de hablar de la cantidad de parados que no deja de subir mes tras mes.

Ya conocemos el afán de protagonismo de esta jóven gaditana y de su gran interés por conseguir la igualdad, que para ella consiste en que se cambie la supremacía del hombre por el de la mujer.

La penúltima invención (pues me temo que quedan varias) ha sido la de censurar los libros infantiles clásicos por sexistas. Y es que, claro, eso de que Cenicienta, la Bella Durmiente, Blancanieves... se dedicaran a limpiar y que fueran salvadas por un hombre, pues... ¿cómo se puede consentir? Y es que, no olvidemos, que todos estos clásicos fueron hechos con el único interés de aleccionar a los niños en cómo tienen que comportarse (es que antes no existía "Educación para la Ciudadanía") y los autores los hacían con tal interés.

Todas estas ocurrencias de nuestra ministra serían anecdóticas y servirían solo para chistes, si no fuera porque nos está costando el dinero a todos los españoles. Desde el gobierno nos exigen austeridad. Pues empiecen ustedes recortando en ministerios, ministras y asesores que sólo sirven para dar qué hablar y despistar a la realidad, porque para ello ya tienen ustedes alguna cadena (privada y pública) para hacerlo.

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